“Entendemos a la escucha no sólo como una habilidad de comunicación, sino como un modo de ser y de estar con otros”. (Martin Heidegger)
Sin la escucha, el diálogo es imposible, la conversación se convierte en un monólogo en donde dos o más personas, esperan que quien habla haga una pausa para expresar sus opiniones respecto a un tema, sin detenerse a escuchar y menos a comprender lo que los otros expresan.
Oír es un proceso natural que involucra sólo al oído; escuchar, en cambio, requiere un proceso del pensamiento en el que interviene la memoria a corto plazo, la asociación de ideas, la experiencia de vida, el conocimiento de la situación y de quien habla, así como el particular tipo de observador que se es.
En una conversación, lo que se dice tiene tantas interpretaciones como personas presentes, cada uno escucha lo que escucha desde sus modelos mentales y en el mejor de los casos, logra aproximarse al sentido que el orador le da a su discurso.
LA ESCUCHA DEL COACH
La práctica del coaching se sustenta en la escucha. Sólo escuchando tenemos acceso al mundo del coacheé, aprendemos cómo interpreta los acontecimientos y obtenemos pistas para una intervención; gracias a ello el coach puede ofrecer una interpretación que permita al coacheé descubrir algo nuevo, mirar lo mismo con ojos distintos.
PRIMERO ESCÚCHATE
Nuestro estado emocional afecta a la escucha, comienza por darte cuenta desde dónde estás escuchando.
ESCUCHA DESDE EL NO SABER
El diálogo que se establece en el coaching (como en toda relación que nos importe) requiere de una sana curiosidad para aproximarme al mundo del otro y descubrir sus puntos de vista.
RESPETA LAS DIFERENCIAS INTERPRETATIVAS
El acto de escuchar está basado en el respeto y aceptación del otro como diferente y autónomo. Cuando una persona se siente escuchada, es más receptiva a escuchar el mensaje del otro.
